Sick

No soy una persona propensa a ponerme enferma. Es cierto que soy bastante quejica y algo pupas (es de hacerse heridas por nada y dolores por cualquier tontería) pero no lo suficiente para quedarme comatosa en cama. Por eso, cuando me enfermo me suelo poner muy mala.
A lo mejor puedo pillar un catarro de dos o tres días, pero sin un gran malestar o tener dolor de cabeza o de barriga. Cosas puntuales que me anulan durante medio día, o ni siquiera me anulan. Puedo hacer mi vida normal, quejosa, pero normal. Pero cuando he de ponerme enferma de verdad...la lío. Yo digo, soy buena paciente, pero bastante quejica. Me quejo por todo y quiero muchas atenciones (¿Quién no?) pero suelo ser bastante empática por lo que me limito a quejarme realmente si es necesario...
Todo esto viene porque... ¡Estoy enferma! Que raro... ahora es tiempo de que todo el mundo tiene gripe, anginas y demás. Pues bien... a mi me toco, pero no de las que estoy acostumbrada. ¡Me dolía el cuerpo! Creo que incluso hasta pensar me dolía...y encima con exámenes. ¡Buff que mal lo pase!
Entre el delirio de la fiebre y el estrés terminé haciendo una deducción... los enfermos tenemos como una cierta inmunidad. La gente cuando sabe que otra persona está mal, suele evadir según que cosas y perdonar con más indulgencia. Ese hecho me pone en una cierta situación confusa, por que después de todo hay diferentes tipos de enfermos. Y ahora te preguntarás ¿Cuales? Y yo te diré cuales son ahora mismo.

El pupas: Siempre le pasa algo. Le duele por todo y siempre se está quejando, por lo que no es extraño verlo en cama.
El sufrido: Aunque no se enferme a menudo, cuando lo hace se pone en plan melodramático. Incluso con un simple corte parece que se va a morir.
El fuerte: No acepta que está enfermo, por lo que se esfuerza hasta no poder más y luego esta medio muerto por las esquinas.
El resignado: Sabe que está enfermo y asume las consecuencias sin quejarse.

¿Cuál eres tú?

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